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lunes, 4 de junio de 2012

Revitalizar el mercado de valores


Mediante decreto, el Ejecutivo declaró de interés público revivir el mercado de valores costarricense, cuyo desarrollo se ha estancado

Los principales obstáculos al desarrollo del mercado bursátil son los altos costos para las empresas del registro y cotización de las acciones, así como la tramitología


El Gobierno de la República, por medio del presidente en ejercicio, Luis Liberman, emitió un decreto ejecutivo que declara de interés público revivir el mercado de valores costarricense, cuyo desarrollo se ha estancado. Es una buena decisión. Las bolsas de valores en todos los países desempeñan un papel trascendental en la canalización de fondos financieros y, por ende, en la eficiente asignación de recursos, incremento en productividad, crecimiento económico y generación de empleo. Costa Rica no se debe quedar atrás.
El decreto no describe en detalle cómo se planea revitalizar el mercado de valores. Ese no es su objetivo inmediato sino, más bien, crear condiciones para la elaboración de un proyecto de ley destinado a modificar la legislación actual. Con ese y otros propósitos, se integró una comisión de expertos –el Consejo Nacional para el Desarrollo del Mercado de Valores– cuya misión es analizar la problemática, hacer un diagnóstico a profundidad y presentar las reformas legales pertinentes, al finalizar el año.
En la comisión estarían presentes personas de reconocida capacidad y conocimiento, como José Rafael Brenes, gerente de la Bolsa Nacional de Valores, Álvaro García, presidente del Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (Conassif) y Pablo Montes de Oca, presidente de la Cámara Nacional de Fondos de Inversión, entre otros. Sus calificaciones personales y experiencia en diversas áreas del ámbito financiero le auguran al Consejo éxito en sus recomendaciones. Correspondería, entonces, al Poder Ejecutivo incluirlo en un lugar prioritario de su agenda, y a los diputados de la Asamblea Legislativa tramitar las reformas sin mayor dilación.
Sin perjuicio de lo que eventualmente recomiende el Consejo y de la asistencia técnica que se pueda recabar en el exterior, particularmente de organismos internacionales especializados como el Banco Mundial, y los análisis de legislación comparada de otros mercados de valores latinoamericanos más exitosos, se pueden emprender desde ya varias modificaciones reglamentarias y administrativas , como lo han señalado los propios personeros de la Bolsa. Uno de los principales retos es incrementar y diversificar los títulos transados, engrosar el número de emisores, ofrecer más variedad de títulos nacionales e internacionales para satisfacer las diversas necesidades de inversionistas grandes y pequeños, y avanzar en el asesoramiento a todos los que, por alguna razón, han estado ausentes de la Bolsa.
Los principales obstáculos al desarrollo del mercado bursátil, a nuestro juicio, son los altos costos para las empresas del registro y cotización de las acciones, así como la tramitología, suministro de información y otros requisitos que regularmente se deben satisfacer ante la administración de la Bolsa Nacional de Valores y otras entidades reguladoras oficiales. Sabemos que muchos de estos requisitos igualmente engorrosos se exigen en las bolsas de países más avanzados, pero para un país como el nuestro, con un incipiente desarrollo en esa materia, deben suavizarse.
No abogamos por relajar indebidamente la protección a los inversionistas, sino por acomodar los estándares a nuestras capacidades. Y eso incluye el suministro de información contable y financiera y los estados auditados de contadores públicos autorizados. Las calificadoras de riesgo también deben ajustar sus estándares de conformidad con lo señalado. Ser demasiado rigurosos desincentiva la inscripción e incrementa el costo indirecto de la participación.
Reducir costos administrativos y aligerar la tramitología es fundamental para incentivar la participación bursátil, sobre todo ahora que ha bajado (relativamente) el costo del endeudamiento bancario, principal competidor de las bolsas de valores. Si endeudarse con las entidades financieras es relativamente más barato que flotar emisiones de acciones en el mercado bursátil, como sucede actualmente, entonces las empresas continuarán endeudándose en vez de abrir su capital a otros inversionistas nacionales o extranjeros, sobre todo si, al hacerlo, pueden deducir de sus ingresos gravables el costo de los intereses pagados a los bancos y demás entidades financieras. La distribución de dividendos, en cambio, está sujeta al pago de impuesto sobre la renta. Hay ahí otros elementos por discutir en el seno del Consejo.
Gilberto Serrano, nuevo presidente de la Bolsa Nacional de Valores, cuando se le preguntó por las causas del abandono de la Bolsa por los emisores, respondió: “Si inscribirse y ser regulado es difícil, nadie lo va hacer. El mercado de valores en este momento compite con los bancos. Si una empresa requiere una línea de crédito de $20 millones, va a un banco y se la aprueban rápidamente, le cuesta poco y no tiene que reportar nada a ningún regulador. Un proceso de inscripción de un título en bolsa puede durar un año, mientras un crédito en un banco puede tardar dos meses”. He ahí una desafortunada realidad, necesitada de urgente solución.
También parece oportuna la observación formulada por las autoridades sobre la inconveniencia de que la Bolsa de Valores continúe siendo una entidad privada de propiedad de los bancos comerciales. Los bancos no han tenido mucho interés en desarrollar el mercado bursátil, que facilita la transferencia de recursos de ahorrantes a proyectos de inversión, porque esa función la realizan ellos. Hay, por así decir, un conflicto de intereses que en nada beneficia a las empresas ni al país. Es apropiado que las autoridades se interesen por reformar el sistema, y esperamos que pronto se den a conocer los cambios administrativos y los proyectos de ley anunciados

Editorial del Periódico La Nación de Costa Rica. 4 de junio, 2012. 

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