POR GUSTAVO MONTENEGRO
Prensa Libre, Guatemala
Esta semana, con el auspicio de la asociación Guatemala
Próspera, se reunió con diversos sectores: religioso, político,
empresarial, indígena, asociaciones de voluntariado, no para enseñar,
sino para algo que considera mucho más importante, escuchar.
Reconocido por vender millones de libros y haber ayudado, a
través de su metodología de liderazgo, a levantar compañías que estaban
en riesgo de caer, Maxwell no tiene duda del éxito del incipiente
proyecto. “Míreme a los ojos. Escúcheme. Esto va a funcionar. Va a
funcionar”, expresa con aplomo al decirle que está poniendo su éxito a
prueba.
Usted ha ayudado a muchas compañías alrededor del mundo; un país es algo más complejo. ¿Qué espera que pase con Guatemala?
La única razón por la que tomo un trabajo en una compañía es
cuando veo una necesidad de liderazgo, un deseo de mejorar, y yo veo
eso en Guatemala. Pero no venimos con respuestas, sino primero a
aprender y escuchar.
Yo entiendo de liderazgo. He escrito 73 libros. Soy conocido
como el mejor gurú de liderazgo, pero estoy aquí, en este momento, para
conocer a la gente. Y he visto que en Guatemala la gente tiene un
corazón maravilloso y el deseo de aprender. En ese corazón tenemos una
oportunidad de proveer liderazgo para transformar sus vidas.
¿Qué características humanas pueden bloquear el liderazgo?
Lo que bloquea no es solo de Guatemala. He descubierto que, sin
importar el país, lo que más dificulta es no querer el cambio. Hay que
desearlo. Otro obstáculo es la falta de voluntad para invertir el tiempo
que se requiere para el proceso: los líderes no se desarrollan en un
día. De hecho, los líderes se desarrollan a diario, pero no en un día.
El tercer obstáculo es lo que yo llamo una agenda egoísta: quieren algo para sí mismos, pero no quieren ayudar a otros.
Por eso insistimos en que si nosotros hemos venido para ayudar a
crecer al país en liderazgo, usted primero tiene que querer y también
que lo comparta. Que la gente sea un río, no una presa.
¿Y por dónde empezar en la construcción del liderazgo?
Primero, reconocer la necesidad. Segundo, pidiendo y aceptando
la ayuda. En tercer lugar, tener voluntad de aprender. Porque a veces,
los dueños o gerentes de compañías vienen y buscan que les entrenen a
la gente de su organización para ser líderes, pero ellos no quieren ser
capacitados. “Yo ya tengo liderazgo”, dicen, y eso no es cierto, porque
el solo hecho de que una persona acceda a un puesto directivo no lo
hace capaz de liderar, porque el liderazgo es un proceso.
¿Puede haber líderes en todos los niveles de una empresa y, en este caso, de un país?
El liderazgo no es cuestión de posición o cargo, es una
cuestión de influencia. En mi libro Líder 360 desarrollo que a todo
nivel se puede ejercer una influencia, hacia arriba y hacia abajo. Si
por ejemplo se tiene un jefe difícil, lo primero que deberías hacer es
establecer una buena relación, una buena comunicación con esa persona.
Por ejemplo, si mi jefe inmediato es posicional y negativo, no debo
querer ni intentar cambiarlo, sino relacionarme mejor con él, para que
cambie el diálogo y tenga su confianza. No influimos a una persona que
no gusta de nosotros. Hay que volverse más político...
Entendiendo político como lo decía Aristóteles, y no
como los políticos de partidos, que se consideran a menudo líderes pero
quieren imponer sus criterios a otros.
Pero claro. Lo que quiero decir es que hay que saber escuchar,
saber decir y saber actuar. La Madre Teresa decía: “No trates de
alimentar al mundo, empieza con uno”.
Y aunque en cierta medida su vida esté controlada por
decisiones de políticos partidarios, el cambio más importante que puede
hacerse, el que cambia de verdad, está en las cosas comunitarias, en la
pequeñez de las relaciones entre personas. No nos quejemos de lo que no
podemos decidir, pero sí hagamos algo sobre lo que podemos controlar. A
veces esperamos que los gobernantes y políticos nos cuiden a nosotros, y
nos volvemos dependientes. La gente dice “no puedo mejorar porque el
Gobierno no está bien”, y precisamente para cambiar eso es que estamos
aquí, por nuestra voluntad, para enseñar liderazgo.
¿Qué pasa cuando hay descalificación de líderes de un sector a los de otros sectores?
Por eso nos reunimos también con algunos líderes indígenas,
políticos, empresarios, porque debe haber un mutuo reconocimiento.
Cuando hay diferencias, el problema es que la gente se concentra en
ellas, pero tenemos que empezar con lo que tenemos en común.
¿Ya tiene idea de los valores comunes con que empezará a trabajar en Guatemala?
Tenemos una lista de 40 valores que tienen en común diversas
culturas y países. De esa lista, pedimos a los líderes de la comunidad y
de sectores elegir los 10 principales. Es así como desarrollamos el
perfil de la capacitación que vamos a hacer. Ustedes eligen los valores
y nosotros proveemos los recursos para potenciar esos valores, esta vez
a escala de país.
¿Es esto un experimento social?
Sí lo es en el sentido de que nunca antes se ha intentado una
capacitación masiva, en un territorio que no conocemos. Ahora bien,
hemos enseñado estos principios a más de seis millones de personas en
empresas en el mundo. La buena noticia para Guatemala es que es el
primer país en donde se intenta esto a tal magnitud. La mala, que es el
primer país donde se intenta esto a tal magnitud.
¿Y por qué Guatemala?
Habíamos observado posibilidades en varios países, pero al
final hubo factores decisivos, como la cercanía para ir y venir de EE.
UU. Además, tenemos una contraparte acá, en Guatemala Próspera. Esta
asociación nos sirve como ancla. Hay muchos esfuerzos voluntarios en el
país, y eso es promisorio.
Su nombre, su firma, su trayectoria, están en juego.
Claro, por supuesto. ¿Qué pasa si este experimento de calidad
no funciona? Se lo digo. Y puede ponerlo por escrito. Míreme a los ojos.
Esto va a funcionar. Yo lo sé. Porque sabemos cómo enseñar liderazgo,
porque Guatemala tiene una gran base de liderazgo y la gente que hemos
conocido lo está tomando de corazón. En Guatemala vamos a ser exitosos.
Figuran en varios libros de John C. Maxwell
El primer paso importante en controlar el fracaso es aprender a no personalizarlo.
Deje de preocuparse por usted, que a los demás no les importa tanto.
La persona que comete una falta y luego se excusa, añade una segunda falta.
Si está teniendo éxito en todo lo que esté haciendo, entonces probablemente no se está exigiendo demasiado.
Si se arriesga y falla, va a tener menos de qué lamentarse que si no hace nada y falla.
Alguien puede caer varias veces, pero no será un fracasado sino hasta cuando diga que alguien lo empujó.
Experiencias
Su padre es su gran modelo
El rostro de John Calvin Maxwell brilla cuando cuenta que su
padre tiene 92 años, gran vitalidad y que sus consejos y trayectoria lo
han inspirado a lo largo de su vida.
Nació en Garden City, Michigan, en 1947. Fue pastor evangélico
por 30 años y a la vez empezó a desarrollarse como orador en el área del
liderazgo y comunicación, campo al cual se dedica con exclusividad
desde 1995, aunque nunca abandona su vida espiritual.
Cuenta que, parte de su disciplina es levantarse a diario, a las 5 de la mañana, a orar, antes de comenzar el día.
Actualmente asesora a compañías que figuran en la lista Fortune 500 y su equipo de trabajo incluye a empresarios y académicos.
Al preguntarle sobre una experiencia exitosa de capacitación en
liderazgo, sin dudar cuenta: “Delta Airlines. Hace siete años estaban
en el capítulo 11 —ley de bancarrota de EE. UU.—, y me preguntaron:
¿Qué hacemos? Estudiamos su caso, les dimos principios, hablamos con su
gente, nos reunimos con ellos y los invitamos a buscar su liderazgo.
Ellos implementaron el proceso. Tomaron de cabecera uno de mis libros y
cinco años más tarde es la aerolínea más grande del mundo”.
Estuvo en Guatemala cinco días para reunirse con diversos
sectores sociales para tener datos que le permitan elaborar una
propuesta de capacitación colectiva.