La fama de Tito Aguacate, New Bar, no conoce de fronteras geográficas, ni distinciones de clase, sexo o religión. Se cuentan por miles los apasionados que acuden al llamado del Calambre -el cóctel marca de la casa. Tertulianos capitalinos, paseantes extranjeros, escritores, pintores o periodistas; algunos políticos y también personas de bien (pero no se asusten, la inmensa mayoría de los comensales de Tito Aguacate son gente de bien, incluso algunos de los políticos que lo frecuentan).
Situado en el centro de la ciudad de Tegucigalpa, cerca del parque central (en la intersección de la avenida Colón y la calle Matute), "Tito Aguacate es parte de su memoria, es lugar de variopintos rostros meditabundos o eufóricos, donde se ventilan opiniones deportivas y culturales, compartiendo ideas o simplemente degustando un Calambre como un refugio del exterior mentiroso y violento de las calles". O así lo describe el artista Luis Landa Cruz, en un artículo de La Tribuna del 18 de Febrero de 2012. Porque New Bar, es toda una institución en la capital. Refugio de todos e incluso todas; aunque no siempre estuvo el local y su afamado Calambre disponible para ellas. En Tito Aguacate, conocido por ese nombre porque la boquita servida desde sus inicios era un aguacate cremoso y de potente sabor a piñón, no entraban mujeres. Era un espacio cantinero de reflexión y charla animada reservado a la más selecta élite intelectual de la capital, de género masculino. Hasta que el tiempo fue pasando y los encantos del Calambre terminaron por hacer el efecto esperado. Incluso la receta conquistó el paladar de un corazón poderoso: la Embajada gringa de Honduras. Porque, sépanlo, la Embajada gringa de Honduras celebra a golpe de Calambre...
Hoy, el New Bar continúa siendo un lugar de peregrinación que mantiene el ambiente rústico-cantinero inigualable que le ganó la fama. "La reverencia a la bohemia capitalina, un lugar honesto, vacunado contra la falsedad. Tito Aguacate es un referente de tradición popular"... y como tal hay que tratarlo: no traten de cambiarlo, no traten de buscar lujos. El lujo real es que siga siendo exactamente igual que era, con feligreses asiduos y visitantes de todas partes del mundo que acuden a probar el famoso Calambre. Porque Tito Aguacate es lugar de encuentro y tertulia de artistas e intelectuales, futboleros, paseantes, apasionados y conocedores de la vida... desde hace ya más de 60 años!
El New Bar abrió sus puertas en una casona antigua de más de 100 años en 1957, tras el traspaso que Don Pedro Maradiaga le hiciera a uno de sus empleados, Don José Valentín Pereira "Tito", padre de los actuales administradores. Don José Pereira "Tito", terminó por imprimir al New Bar su firma personal, con el perfeccionamiento de la boca de aguacate ofrecida con las bebidas (con papas, huevo y queso) y consolidando el ya conocido Calambre...
Esto quiere decir que se cuentan por más de 5, e incluso 6, las décadas que han pasado desde aquél hermoso día en que se inventó el Calambre. Un día soleado y caluroso, de esos que a cualquiera gustaría disfrutar pero que para el inventor significó un pesado día de goma. Un día de resca del que había que salir airoso como fuera... por lo que, ni corto ni perezoso, puso a funcionar, el inventor, su ingenio de acuerdo con la lógica siguiente: la resaca se cura nivelando.
Seleccionó un poco de vino, un poco de ginebra, mucho hielo, limón y azúcar y se puso manos a la obra para curar su resaca. El bálsamo fue tan exitoso que enseguida se popularizó... y llegó hasta el paladar del Lempira que come, que también chupa, como ya saben ustedes:
De color ocre, rojizo-marronoso, y con una leve y efímera espuma, el Calambre se presenta en vaso largo con mucho hielo. Su aroma es intenso, alcohólico y herbáceo, y su sabor es dulzón y cítrico. Muy refrescante a medida que el hielo va haciendo su labor. El cóctel es potente y uno debe tener cuidado si va a manejar después, porque el dulzor del azúcar y el ácido del limón invitan a repetir, con el consiguiente peligro que conlleva.
El Lempira que come, fiel a su tradición de catar y emitir sus independientes y rigurosas valoraciones, concluye que el cóctel es bastante agradable y recomendable, pues aún estando elaborado con un vino y una ginebra de cuestionable calidad, el resultado final es francamente sorprendente. Se pregunta el Lempira si con un vino bueno y una buena ginebra el resultado sería mejor, o no, pues quizás sea que el vino y la ginebra con la que está elaborado el Calambre nacieron para ser Calambre y nada más que Calambre. Quién sabe...!
La boquita que se sirvió estaba como debe ser: aguacate cremoso, papas hervidas sabrosas, tiernas y consistentes, el queso fresco y el huevo duro, al punto. Una boca perfecta para la goma. Lástima que Tito Aguacate ya no sirva los impresionantes sándwiches de basura que antaño eran tanto o más reputados que sus Calambres... desde acá alentamos al New Bar a que retome la receta de sus sándwiches de basura!!! que renazca la tradición!!!
En resumen: Tito Aguacate es un rincón que sigue existiendo pasados lustros y decenas de años, estoico. Original, singular, apasionante. Un pedazo de la historia patria, indispensable. Absténganse quienes buscan lujos y no saben valorar la autenticidad y singularidad de una idea y un trabajo bien hecho.
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