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Fuente: PortalTIC
Miércoles, 22 de Enero de 2014 17:42
El fundador de Microsoft explica que el porcentaje de
población extremadamente pobre se ha reducido a menos de la mitad desde
1990. Pone como ejemplo la evolución de la Ciudad de México, Nairobi o
Shangai.
El hombre más rico del mundo considera que "para el año 2035, casi no quedará ningún país pobre". Han sido palabras de Bill Gates y su esposa Melinda en la carta anual que publican en la web de la Fundación Bill y Melinda Gates. Este año han lanzado un mensaje de optimismo apoyado con algunos datos, exponiendo lo que consideran tres mitos sobre el desigual reparto de la riquieza en el mundo: "Los países pobres están condenados a seguir siendo pobres", "la ayuda exterior es un despilfarro" y "salvar vidas contribuye a la superpoblación".
El primer "mito" al que se refiere Gates es que "los países están condenados a seguir siendo pobres", mientras que otros se enriquecen a su costa. Según él, los textos y libros que defienden esta hipótesis parten de una "premisa falsa" porque "los ingresos y otros indicadores de bienestar humano están aumentando en casi todos los lugares del mundo, también en África".
El fundador de Microsoft explica que el porcentaje de población extremadamente pobre se ha reducido a menos de la mitad desde 1990. Poniendo como ejemplo la evolución de la Ciudad de México, Nairobi o Shangai, Gates piensa que los países deberían dejar de dividirse en países desarrollados y en vías de desarrollo para empezar a catalogarse según sus ingresos -altos, medios y bajos-.
Así, para el año 2035, Gates vaticina que "casi no quedará ningún país pobre en el mundo", según la "definción actual" de pobreza. Para ese año, todos los países sudamericanos, asíaticos y centroamericanos (con la posible excepción de Haiti) serán naciones de ingresos medianos porque sacarán el máximo partido a los avances en materia de salud y agricultura de países actualmente productivos, e incluso se unirán a la revolución digital.
El segundo "mito" lleva el título de "la ayuda exterior es un despilfarro". Este punto preocupa especialmente a Gates, que piensa que esta clase de pensamientos cuando son publicados en la prensa "dan una excusa a los políticos par intentar recortarla". Un recorte de este tipo se traduce para el magnate tecnológico en menos vidas salvadas y que a los países les lleve más tiempo conseguir la autosuficiencia.
CORRUPCIÓN Y DEPENDENCIA DE LAS AYUDAS
Gates intenta desmitificar esta idea basándose en tres puntos: el importe de la ayuda, el nivel de corrupción que hace que la ayuda no llegue a su destino y la dependencia a las ayudas que podrían desarrollar a los países. Respecto a lo primero, Gates explica que el presupuesto que el gobierno de EEUU destina a la ayuda exterior equivale un 0,8 por ciento del PIB, es decir, menos de 30 dólares por ciudadano.En relación al nivel de corrupción y la dependencia a la ayuda de los países, expone el caso que se dio en Camboya el pasado año cuando la prensa destapó que los funcionarios del país africano estaban siendo sobornados por contratistas para comprar las mosquiteras que el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA , la Tuberculosis y la Malaria (FML) había enviado al país. A esto, Gates añade que el problema fue subsanado gracias a una auditoría interna en el FML y que desde 2003, con la ayuda del FML, se ha reducido un 80% las muertes por VIH, subrayando la idea de que la ayuda exterior se traduce en un mayor número de vidas salvadas.
Para el tercer y último "mito", "salvar vida contribuye a la superpoblación", la esposa del fundador de Microsoft Melisa Gates ha querido señalar que es un "comentario habitual" en los perfiles de la Fundación en las redes sociales. Como no podía ser de otra manera, Melisa desmiente esta leyenda explicanco la relación existente entre las tasas de natalidad y de mortalidad infantil de los países.
La mujer de Gates explica que "salvar vidas no contribuye a la superpoblación. De hecho todo lo contrario". En países donde el las tasas de mortalidad infantil (TMI) son altas, las mujeres tienden a tener más hijos, mientras que si la TMI es medianamente baja, las mujeres tienden a engendrar menos vástagos.
Una TMI baja junto a una tasa de natalidad reducida, hace que las poblaciones envejezcan y aumente automáticamente la tasa de mortalidad en adultos, es decir, hacer que la tasa de mortalidad infantil se reduzca no genenerará de ninguna manera directa la superpoblación a la que algunos sectores parecen temer tanto.
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