Tomado de Microsoft
Fuente: La República (Colombia)
Miércoles, 22 de Enero de 2014 12:07
Si Gates y Ballmer permanecen en la cúpula directiva,
Microsoft será un caso atípico. Sólo ocho compañías del índice S&P
500 tienen a dos de sus expresidentes como miembros de su junta
directiva.
Si quiere entender las dificultades por las que atraviesa Microsoft para encontrar un nuevo presidente, es necesario observar a los personajes envueltos en la trama: un fundador que cree que siempre tiene la razón, un presidente que renuncia ante la presión por acelerar un cambio de rumbo y un inversor que demanda grandes cambios.
Han pasado más de cuatro meses desde que Steve Ballmer anunció su plan de abandonar el cargo y, aunque la empresa dice que espera elegir un sucesor a mediados de año, fuentes que la conocen por dentro afirman que en realidad la junta directiva quería haber encontrado a alguien antes de final de año.
John W. Thompson, el directivo que encabeza la búsqueda, señala que está haciendo un rastreo metódico para encontrar a la persona idónea. Sin embargo, los directores corporativos, asesores y algunos ejecutivos contactados sobre el puesto dicen que la posibilidad de que se produzcan roces es un obstáculo.
"Ningún presidente ejecutivo que se precie quiere que su predecesor cuestione nada en la sala de juntas", dice Jean-Louis Gassée, exejecutivo de Apple. Microsoft no ha indicado si Ballmer y Gates seguirán. En noviembre, los accionistas los reeligieron por un año más, pero podrían renunciar.
Algunos candidatos externos entrevistados para cubrir la vacante que deja Ballmer manifestaron dudas sobre las limitaciones a las que se podrían enfrentar si los dos continúan. Los candidatos "saben que parte de lo que están negociando es el nivel de poder" de Ballmer y Gates una vez que asuman el cargo, asegura una fuente.
El rol adecuado
El caso de Microsoft ilustra el reto de crear un rol adecuado para un fundador o expresidente. Mantenerlos como asesores o referentes puede ser útil, a menos que su presencia provoque riñas o un golpe de estado. Henry McKinnell, expresidente de Pfizer, ocupó un puesto en la junta de la farmacéutica junto con su predecesor durante más de cinco años. "Es una pésima idea que el expresidente se quede", dijo McKinnell en una entrevista. "Nunca ganas".El presidente de Ford Alan Mulally, que fue considerado para dirigir Microsoft, ha convivido por mucho tiempo con un reparto de poder similar con Bill Ford Jr., que preside la junta directiva, fue presidente y es uno de los principales accionistas, así como miembro de la familia fundadora. La semana pasada Mulally dijo que no asumirá las riendas de Microsoft.
Algunos candidatos parecen particularmente inquietos por Ballmer. El ejecutivo ha tomado recientemente decisiones que han alterado la estrategia de la compañía y generado controversia. Diez días después de anunciar su partida, llegó a un acuerdo para comprar el negocio de teléfonos móviles de Nokia por 7.400 millones de dólares. A mediados del año pasado, impulsó una reorganización.
Los que conocen a Ballmer se preguntan si podrá quedarse de brazos cruzados si su sucesor opta por abandonar su estrategia. Tampoco está claro cómo reaccionaría la junta de Microsoft, que respaldó las decisiones de Ballmer, si el nuevo presidente quiere revertir las medidas. Ni Ballmer ni Gates tienen poder de veto en la selección del nuevo presidente, aseguran las fuentes, pero juntos son dueños del 8,3% de las acciones. Gates tampoco se quedará callado. En una entrevista con Financial Times en noviembre, dijo que pensaba dedicar un tiempo considerable a trabajar estrechamente con el próximo presidente.
A esta dinámica hay que sumar a G. Mason Morfit, presidente del fondo de cobertura ValueAct Capital Management, que en 2013 compró más de 2.000 millones de dólares en acciones de Microsoft. Morfit será el primer directivo de la firma que no fue seleccionado por la junta.
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