Summa Inputs
Fuente: Luis Ernesto Solís, Revista Summa/ @montoyasolid
Lunes, 06 de Enero de 2014 11:56 (modificado)
Las arcas fiscales de Honduras, El Salvador y Costa
Rica preocupan a las autoridades. Guatemala, Nicaragua y Panamá gozan de
situaciones más favorables, pero no deben descuidar sus finanzas.
En la crisis financiera mundial de 2008, la mayoría de los países del istmo intentaron usar su política fiscal como una variable anticíclica para contrarrestar los bajos crecimientos económicos. La efectividad de esas medidas es un largo tema de discusión, pero lo que sí es un hecho es el deterioro de los balances fiscales de una gran parte de los países en Centroamérica.
Por ejemplo, Honduras cerró 2012 con un déficit fiscal del 6%, Costa Rica con un 4,4% y El Salvador con un 1,7%. Mientras que Guatemala y Panamá cerraron el mismo año con un 2,4% y 3,5% de déficit fiscal, respectivamente, y Nicaragua terminó el año con un superávit del 0,5%.
Ahora bien, en cuanto al saldo de la deuda pública del total del gobierno central, El Salvador cerró 2012 con un 52,1% respecto al PIB ―el dato más alto en la región―, Costa Rica concluyó el año con un 38,8% y Honduras con un 34,7%. Estos tres países esperaban cerrar 2013 con alzas entre 1,4 y 4 puntos porcentuales en esta variable. Por otro lado, el resto de países del istmo esperaban disminuir la presión de esta deuda. Destaca Nicaragua, que cerró 2012 en un 51% y pronosticaba terminar 2013 con una disminución de diez puntos porcentuales.
Según la Oficina de Planificación Estratégica y Programación del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), los valores óptimos de déficit fiscal varían de acuerdo con las economías y sus fundamentos; sin embargo, gran parte de la teoría económica y la evidencia muestran que es ideal tener valores bajos y sostenibles (por debajo del 2% para economías con las características de las centroamericanas), incluso con una propensión a presentar superávits estructurales.
“La sostenibilidad de dicha política queda en entredicho cuando su uso ya no es anticíclico, pues forma parte de una estrategia cuyo fondeo no se obtiene necesariamente con la generación de ingresos, sino por medio de importantes niveles de endeudamiento, añadiendo un problema más a la ecuación. En síntesis, mantener programas y proyectos de alto costo, junto con un balance de gasto corriente creciente, incrementa el riesgo de insostenibilidad en el mediano plazo, si ello no se acompaña de reformas tendientes a estabilizar”, sostiene el BCIE.
Hugo Pino, economista del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI), apunta que el déficit fiscal de Costa Rica después de alcanzar el 4,4% del PIB en 2012, podría alcanzar niveles del 6% al 8% del PIB en los próximos cinco años. Para 2013, la deuda del gobierno central es aproximadamente del 40% del PIB, un nivel que empieza a enviar luces amarillas a la comunidad financiera internacional
“Honduras, con un déficit del 6% en 2012 y que podría alcanzar el 8% en 2013, tiene la situación más complicada, ya que tiene el déficit fiscal más alto de la región. El grave problema fiscal es causado tanto por los insuficientes ingresos como por el creciente y poco transparente gasto público. Esto ha generado un elevado endeudamiento que, si no se toma alguna medida, estaría alcanzando niveles de insostenibilidad en poco tiempo”, detalla Pino.
Punto máximo
Alejandro Werner, director del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), señala que es muy difícil establecer el nivel máximo de déficit fiscal que pueden sostener las economías centroamericanas, pero le preocupa que estos sean altos dado el panorama de la economía internacional.
“Estamos previendo que la economía internacional tenga un lento crecimiento y esperamos que la Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés) postergue el retiro de los estímulos económicos. No obstante, si este crecimiento se acelera y por tal la razón la FED acelera la retirada de estímulos, habrá una mayor discriminación de los mercados, y es casi seguro que no lleguen a invertir en un lugar donde no existe un marco fiscal sostenible. En ese contexto es mucho más difícil sostener situaciones fiscales”, recalca Werner.
Pino enfatiza que el problema no es tener un alto déficit fiscal en un determinado año, sino la acumulación de altos y continuos déficits fiscales, que provocan una acumulación de deuda y por consecuente las fuentes de financiamiento se van cerrando o van siendo más caras, “lo cual se constituye en un círculo vicioso: se contrata deuda para pagar deuda”.
“Un déficit en torno al 3% del PIB se considera adecuado y niveles mayores al 5% del PIB se consideran elevados. No obstante, cuando hay acumulación fuerte de deuda, como en el caso de El Salvador, hasta niveles bajos de déficit se convierten en un mayor peso de la deuda”, argumenta el funcionario.
En el BCIE opinan que los efectos de reorientar los balances fiscales por una senda adecuada, especialmente cuando estos han crecido en forma desmedida, suelen ser costosos en términos reales, porque se consideran reformas estructurales enfocadas en las dos partidas que le componen (ingresos y gastos). Por un lado es muy común observar ajustes por el lado impositivo, que en algunos casos suelen presentar altos niveles de regresividad, afectando de manera directa a los quintiles inferiores de la población, aunado con medidas de mediano plazo focalizadas en reformas a la base de tributación.
“Por otro lado, se estima la reducción de subsidios, transferencias, disminución del gasto corriente en general, en el corto plazo, y medidas de plazo orientadas a hacer más eficiente el uso del gasto, como la redefinición de programas y proyectos, entre otros. Estas medidas de ajuste, algunas más costosas, inciden de diferente forma en la posición de bienestar de los habitantes, y si se llegasen a subestimar, sus efectos pueden tener impactos importantes en el crecimiento, deteriorando aún más la situación existente”, afirman los especialistas.
Europa a la vista
Pino enfatiza en que los problemas centroamericanos son muy similares a los que están afectando a los países de la periferia europea, como España, Grecia y Portugal, entre otros. “Los problemas son muy similares: los coeficientes de endeudamiento en ascenso. A la par hay una tendencia a la desaceleración del crecimiento, así como la mayor dificultad y costos más elevados para obtener financiamiento del déficit, esto es, financiamiento más caro y menores plazos. Por eso es urgente aplicar reformas fiscales integrales”, apunta.
Los analistas del BCIE destacan que los desequilibrios en dicho sector han influenciado fuertemente la posición de estos países europeos, y los han llevado a tomar medidas fiscales importantes que les permitan garantizar su sostenibilidad, que son altamente costosas e impopulares: “Si la región podría tener un escenario parecido en términos fiscales exclusivamente es una premisa de estudio; sin embargo, lo que sí parece más simple de valorar es que en la medida que los desequilibrios fiscales no se ajusten, la probabilidad de implementar medidas altamente costosas en términos reales aumenta”.
Enfoque de reformas
El economista del ICEFI subraya que los países de la región necesitan impulsar reformas fiscales integrales que abarquen todos los campos de la fiscalidad y no solamente el aumento de impuestos. En este sentido, el fortalecimiento de las administraciones tributarias para combatir la evasión y elusión fiscal es muy importante. Las reformas al impuesto sobre la renta de personas naturales y jurídicas sería otra vía, suprimiendo exoneraciones que no se justifican y que constituyen privilegios a los grupos económicos.
Esto consiste en “mejorar sustancialmente la eficiencia del gasto público y reducirlo en aquellas áreas que constituyen derroche de recursos y gasto militar, por ejemplo. Proteger el gasto social, en especial el destinado a los sectores más vulnerables de la sociedad”.
En el BCIE coinciden con Pino y agregan que el tipo de reformas comúnmente utilizadas para mejorar la posición de las cuentas fiscales se concentran por el lado de los ingresos y por el lado del gasto. En la primera se emplean mecanismos orientados a aumentar y mejorar los procesos de recaudación, mientras que la segunda hace más eficiente el uso del gasto. Las formas, los períodos y los elementos que ellas contengan varían según las características del desequilibrio. Sin embargo, en general se enfocan en mejorar los procesos de recaudación y nuevos marcos de tributación, así como reducir subsidios y transferencias, junto con medidas de contención del gasto corriente y priorización de programas y proyectos.
Werner comenta que los latinos están acostumbrados a sufrir por temas fiscales, “y muchas veces estos problemas se perpetúan en el tiempo, por lo tanto la corrección es muy costosa. Hemos vivido periodos de crisis fiscales muy profundas, donde el salario real cae, la inflación y el desempleo aumentan; pero lo importante es destacar que los centroamericanos todavía están a tiempo de evitar estas situaciones”.
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