UNA PLAYA QUE, ADEMÁS DE PEQUEÑA, RESULTA DE LO MÁS CURIOSO.
Que Gulpiyuri sea una playa pequeña, muy pequeña, cabe que la más
pequeña del mundo, no dejaría de ser una curiosad, una mera anécdota en
la inmensa belleza natural que es Asturias. Pero sucede que no es así, y
es que Gulpiyuri, además de una playa de bolsillo, es una playa sin
vistas al mar.
El lugar del mundo que ocupa Gulpiyuri, por más que no alcance los 50
metros de largo, es de una belleza infinita y todo un regalo natural:
podrás sentarte a la orilla del mar viéndote entre arena y rocas sin
sentir siquiera que es en la inmensidad del océano donde estás mojando
tus pies porque el mar no se ve, frente a ti se levanta una montaña de
roca que, a modo de concesión secreta, permite que bajo ella se cuele el
mar y forme una playa, la de Gulpiyuri, dicen que la más pequeña del
mundo y declarada Monumento Natural.
Además, no será esa la única vista que tengas de esta sugerente
playa, también podrás verla desde arriba, pisando las rocas que permiten
el paso del mar y la formación de Gulpiyuri.
Por más que sea ésta una playa pequeña, por más que sea norte y el
tiempo resulte traicionero, por más pereza que sientas ante los
kilómetros que tengas que recorrer para llegar a ella, Gulpiyuri es un
lugar a visitar y lo es por sí mismo y por su entorno, no en vano estás
en la costa asturiana, entre Llanes y Ribadesella, con Arriondas cerca y
hasta un río célebre por su acogida a las piraguas tanto en su bajada
oficial en agosto como en otras fechas, el Sella; y, por supuesto, con
los Picos de Europa al fondo, tierra adentro y hacia el cielo.
Asturias es, además de un espacio natural imperdible, un lugar de
riqueza gastronómica y cultural en el que rendir el gusto al cabrales y
brindar por una gran escapada a la playa más pequeña con un culín de
sidra.
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