Comandus
Fuente: El País (España)
Domingo, 14 de Julio de 2013 06:12
La pregunta que cada vez se formulan más economistas y
hasta presidentes es qué más pueden exportar los países
latinoamericanos. Si se acaba la bonanza de las materias primas, la
respuesta se tornará más urgente.México y Sudamérica vienen gozando desde hace más una década de altos precios de las materias primas. Este año se han abaratado algo, pero pocos se animan a predecir que este ciclo positivo, por de más extenso, se acabará pronto. El índice de productos básicos DJ-UBS, que sigue el desempeño de 22 bienes básicos, cayó el 10,5% en la primera mitad de 2013.
La pregunta que cada vez se formulan más economistas y hasta presidentes es qué más pueden exportar los países latinoamericanos. Si se acaba la bonanza de las materias primas, la respuesta se tornará más urgente, señala el blog de economía del diario español El País.
Lo que ha ocurrido en los últimos años es que muchos países de la región descansaron en las altas cotizaciones de los bienes básicos para crecer y se preocuparon poco por desarrollar la industria o los servicios exportables. Varios países han padecido la llamada enfermedad holandesa, es decir, el fenómeno que sufrió Holanda en los 60, después de descubrir que tenía gas natural cerca del mar del Norte. Cuando comenzó a explotarlo, el florín se apreció tanto por el ingreso de divisas que terminó afectando la competitividad de su sector manufacturero. Lo mismo le ha sucedido en los años previos a 2013 a las monedas latinoamericanas no solo por la exportación de las encarecidas materias primas sino también por el abundante ingreso de capitales especulativos ante los tipos de interés bajos de los países desarrollados. En los últimos meses este proceso se ha revertido un poco ante las expectativas del fin de la política monetaria laxa de EE UU ante la recuperación de su economía.
La bajada de los precios de los bienes básicos sorprende a Latinoamérica en pleno debate sobre su desindustrialización. Algunos economistas consideran que es normal en una economía contemporánea más orientada a los servicios, pero otros advierten de que no lo es, ponen el ejemplo de Asia y hasta de EE UU o la Unión Europea en sus intentos de reconstituir el sector fabril.
En 2001/2002, el 27,6% de las exportaciones latinoamericanas era de materias primas, el 16,6% de manufacturas derivadas de recursos naturales y el 55,8% de otros bienes industriales. En 2010, los productos básicos representaban el 42,4%, las manufacturas derivadas, el 17,7% y el resto, solo el 39,9%, según un estudio de Sebastián Herreros y José Durán Lima, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en el que advierten de que “la tendencia a la reprimarización de las exportaciones regionales es fuente de preocupación”. Ambos autores comparan el valor de las monedas entre 1990 y 2009 y alertan de que “los elevados niveles de apreciación conspiran contra la competitividad de las exportaciones”. Hasta ese momento, Venezuela –después devaluó varias veces-, Brasil, Colombia, Guatemala, Honduras y Uruguay lideraban en apreciación, mientras que solo Argentina, Nicaragua, Panamá y Perú habían depreciado, pero en los últimos cuatro años la competitividad cambiaria de casi todos se redujo aún más.
Brasil pasó de que sus exportaciones de manufacturas no derivadas de recursos naturales supusieran el 71% del total en 2000 al 44% en 2010, según una investigación de Facundo Albornoz, de la Universidad de San Andrés (Argentina). México, con su industria de maquila (ensamblaje) de exportación a EE UU, pasó del 86% al 73%; Argentina, del 43% al 37%; Colombia, del 41% al 25%; Chile, del 30% al 23%; Perú, del 32% al 17% y Costa Rica, con desarrollo tecnológico, del 68% al 60%.
Albornoz también distingue las exportaciones diferenciadas, es decir, las de aquellos productos en los que no existe un mercado de referencia que determine su precio, como sucede con las materias primas agrícolas, minerales e industriales. Las exportaciones diferenciadas de Brasil retrocedieron del 52% del total en 2000 al 28% en 2010; las de México, del 81% al 56%; las de Colombia, del 32% al 16%; las de Chile, del 17% al 11%; las de Perú, del 17% al 10% y las de Costa Rica, del 70% al 55%. La excepción hasta 2010 era Argentina, donde se mantuvieron en el 30%.“Argentina había empezado a exportar cosas no tradicionales, como químicos, productos de diseño, medicamentos, por la competitividad del tipo de cambio, pero eso seguro se fue frenando desde 2008 por la apreciación cambiaria derivada de la inflación”, comenta Albornoz.
Albornoz también distingue las exportaciones diferenciadas, es decir, las de aquellos productos en los que no existe un mercado de referencia que determine su precio, como sucede con las materias primas agrícolas, minerales e industriales. Las exportaciones diferenciadas de Brasil retrocedieron del 52% del total en 2000 al 28% en 2010; las de México, del 81% al 56%; las de Colombia, del 32% al 16%; las de Chile, del 17% al 11%; las de Perú, del 17% al 10% y las de Costa Rica, del 70% al 55%. La excepción hasta 2010 era Argentina, donde se mantuvieron en el 30%.“Argentina había empezado a exportar cosas no tradicionales, como químicos, productos de diseño, medicamentos, por la competitividad del tipo de cambio, pero eso seguro se fue frenando desde 2008 por la apreciación cambiaria derivada de la inflación”, comenta Albornoz.
La mayoría de las exportaciones industriales de Latinoamérica se destina a la propia región y a EE UU, que compra sobre todo productos de las maquilas de México y Centroamérica. La competencia de China ha desplazado manufacturas latinoamericanas en la región, EE UU y la UE. Los principales países afectados han sido Brasil, México, Argentina y Colombia en productos como derivados de madera, químicos, maquinaria, eléctricos, de comunicación, metalúrgicos, coches y ordenadores, según el informe de Herreros y Durán.
Otro reporte de la CEPAL, elaborado por Nanno Mulder, muestra que en 2002 la industria proveía el 21% de los empleos en Latinoamérica y suponía el 18% del PIB. En 2010, había crecido el empleo manufacturero hasta representar el 22%, pero venía en descenso respecto a 2007 (24%), mientras el peso en el total de la economía se redujo al 17%. Mulder recuerda que en Asia-Pacífico la industria representa más del 30% del PIB y genera más del 25% de los puestos de trabajo. El investigador de CEPAL advierte de que América Latina sufre una “desindustrialización prematura”, con bajos niveles de ingreso y productividad, a diferencia de lo que ha sucedido en economías avanzadas, donde las fábricas cedieron lugar al desarrollo de servicios cuando aquellas dos variables eran más elevadas. El fenómeno descripto por Mulder “podría tener como consecuencias un estancamiento de la inversión, una desaceleración del crecimiento, un aumento en el desempleo y la informalidad laboral, un incremento de la restricción externa (escasez de divisas, lo que impacta en el pago de importaciones y deuda externa). Con la productividad estancada, las exportaciones manufactureras se vuelven competitivas únicamente vía precio, es decir, tipo de cambio”, señala Mulder.
Algunos gobiernos han reaccionado ante la desindustrialización adoptando ciertas medidas. Mulder explica que Argentina ha intervenido en el mercado cambiario, mientras que Brasil y Colombia han introducido controles de capitales para frenar la apreciación de sus monedas –ahora el Gobierno de Dilma Rousseff los está eliminando ante la salida de fondos por las expectativas de cambio en la política monetaria de EE UU-. Argentina y Brasil han apoyado directamente a determinados sectores y han aplicado barreras proteccionistas, generalizadas en el caso del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y puntuales en las del de Rousseff. Costa Rica y algunos estados de México han aplicado incentivos para que sus industrias se integren en cadenas productivas globales. Pero Mulder se pregunta si los países de la región tienen una visión de largo plazo sobre el desarrollo y promueven la inserción de sus plantas en esas cadenas, el añadido de valor a las exportaciones primarias, la inversión en investigación y desarrollo (I+D) y la mejora de la calidad educativa y del clima de negocios.
Alguno podría pensar que las exportaciones manufactureras solo perdieron peso relativo sobre las totales únicamente por una cuestión del aumento de precio de las materias primas, pero Albonoz recuerda que la participación latinoamericana en el comercio mundial de bienes industriales no derivados de recursos naturales se redujo del 4% en 2000 al 3% en 2010. Las exportaciones latinoamericanas de ciertos productos crecieron muchos menos en esa década que las de sus competidores en el resto del mundo. Los distintos informes contienen estadísticas hasta 2010, pero Albornoz opina que la desindustrialización “se consolida y acentúa”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario