Sociedad
Los mensajes que dejó el Papa Francisco en la JMJ de Río
Día 29/07/2013 - 13.10h
Durante los siete días que duró su visita a Brasil, el Santo Padre se refirió a casi todos los problemas que azotan el mundo y la Iglesia de hoy
La visita del Papa Francisco a Brasil para presididir la XXVII Jornada Mundial de la Juventud ha dejado frases e imágenes que perdurarán en nuestro recuerdo. ABC te resume a continuación algunas de las más impactantes.
1. Visita al Santuario de la Virgen de Aparecida
Durante la misa en el Santuario de la Virgen de Aparecida, el Santo Padre invitó a mantener la esperanza ante
las dificultades «en la vida de cada uno, en nuestra gente, en nuestras
comunidades» sabiendo que «por grandes que parezcan, Dios no deja que nos hundamos».
Si bien es cierto que «nuestros jóvenes sienten la
sugestión de tantos ídolos como el dinero, el éxito, el poder, el
placer», no hay que dejarse desanimar por el mal: «Queridos hermanos y
hermanas, seamos luces de esperanza. Tengamos una visión positiva de la realidad».
En esa línea, el Papa habló de tener confianza, «saber dejarse sorprender por Dios» y mostrar nuestra alegría pues «el cristiano es alegre, nunca triste. Dios nos acompaña». Y para remachar la idea añadió: «El cristiano no puede ser pesimista. No puede tener el aspecto de quien parece estar de luto perpetuo». (Lea aquí la homilía completa del Santo Padre en Aparecida).
2. Visita a la favela de Varginha
En su discurso pidió a los poderes públicos y a las
personas de buena voluntad mayor atención a la gente que vive en las
favelas, pues «nadie puede permanecer indiferente ante las injusticias que aún existen en el mundo». Su mensaje fue que nuestras sociedades no las salvará «la cultura del egoísmo» sino la «cultura de la solidaridad».
Al final se dirigió especialmente a los jóvenes: «ustedes tienen un sensibilidad especial ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por
las personas que, en lugar de buscar el bien común persiguen su propio
interés». Les invito a que «no se desanimen, no pierdan la confianza, no
dejen que se apague la esperanza. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, en no habituarse al mal, sino vencerlo». (Lea aquí el discurso completo)
3. Visita al hospital de San Francisco de Asís
El Papa denunció a los «mercaderes de muerte», gente sin escrúpulos que sigue «la lógica del poder y del dinero a toda costa». En su opinión, «la plaga del narcotráfico,
que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de
valor de toda la sociedad». No basta la mera represión, ni hay que
capitular mediante la liberalización.
Según el Papa, «no es la liberalización del consumo de
drogas, como se está discutiendo en varias partes de América Latina, lo
que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia
química». Lo fundamental es «afrontar los problemas que están en la base
del uso de drogas, promoviendo mayor justicia, educando a los jóvenes,
ayudando al necesitado…». Y, por supuesto, echando una mano «al que ha caído en el abismo de la dependencia, tal vez sin saber cómo». (Lea aquí el discurso completo)
4. Fiesta de acogida en Copacabana
En su discurso final en la fiesta de bienvenida en Copacabana, el Papa invitó a los jóvenes a no dejarse cegar por los ídolos: «El poseer, el dinero y el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices. Pero al final nos dominan y nos llevan a querer siempre más y a estar insatisfechos».
Les propuso ir contracorriente en una «revolución copernicana, que nos quita del centro a nosotros y pone en él a Dios». (Lea aquí el mensaje completo).
5. Rezo del Ángelus en el Palacio Arzobispal
El Papa denunció que en la exclusión de los ancianos hay “eutanasia escondida, es decir, no se cuida a los ancianos”, pero hay también una “eutanasia cultural: no se les deja hablar, no se les deja actuar”.
Por eso invitó a los ancianos a que “no claudiquen de ser la reserva
cultural de nuestro pueblo”, y pidió a los jóvenes que “por favor, no se
metan contra los viejos: déjenlos hablar, escúchenlos y llévenlos adelante”.
6. Vía Crucis en Copacabana
El Papa les dijo que «Jesús, con su Cruz, recorre nuestras
calles para cargar con nuestros miedos, nuestros problemas y nuestros
sufrimientos». Jesús «se une a las víctimas de la violencia», a las madres «que lloran la pérdida de sus hijos o que sufren al verlos víctimas de paraísos artificiales como la droga».
Jesús se une también «a todas las personas que sufren hambre en un mundo que tira cada día toneladas de alimentos», y «a quien es perseguido por su religión, por sus ideas o, simplemente, por el color de su piel». Pasando al dolor moral, el Papa mencionó el mal comportamiento que aflora a veces entre las autoridades civiles o los eclesiásticos.
«Jesús se une —dijo— a tantos jóvenes que han perdido la
confianza en las instituciones políticas porque ven egoísmo y
corrupción. O que han perdido la fe en la Iglesia o incluso en Dios por la incoherencia de los cristianos o de los ministros del Evangelio». (Lea aquí el mensaje completo)
7. Misa en la catedral metropolitana
En la misa con los obispos y sacerdotes que participan en
la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa reconoció que «muchos jóvenes
podrían sentirse un poco asustados ante esta invitación, pensando que
ser misionero significa necesariamente abandonar el país, la familia y
los amigos». Pero su propio caso enseña que no es así pues «mi sueño, de joven, era ir de misionero al lejano Japón. Pero Dios me mostró que mi tierra de misión estaba mucho más cerca: mi patria».
El Santo Padre urgió a los trescientos obispos y millares
de sacerdotes y religiosas a «ayudar a los jóvenes a darse cuenta de que
ser discípulos misioneros es una consecuencia de ser bautizados: es
parte esencial de ser cristiano, y que el primer lugar donde se ha de evangelizar es la propia casa, el ambiente de estudio o de trabajo, la familia y los amigos».
El Papa invitó a mantener un contacto habitual con Cristo
en la oración, en la Eucaristía y «en las personas más necesitadas». Y
aconsejó meditar unas palabras de Teresa de Calcuta: «Debemos estar muy
orgullosos de nuestra vocación, que nos da oportunidad de servir a
Cristo en los pobres. Es en las ‘favelas’, en los ‘cantegriles’, en las ‘villas miseria’ donde hay que ir a buscar y servir a Cristo.
Debemos ir a ellas como el sacerdote se acerca al altar: con alegría».
La Madre Teresa conocía el nombre de las barriadas de miseria en Brasil,
Uruguay y Argentina porque las había recorrido. (Lea aquí la homilía completa)
8. Encuentro con los dirigentes políticos en el Teatro Municipal
El Santo Padre explicó que “el futuro nos exige una visión humanista de la economía y una política que logre cada vez más y mejor la participación de las personas, evite el elitismo y erradique la pobreza”.
Sin mencionar específicamente las protestas callejeras de las últimas semanas, el Papa les exhortó al “diálogo constructivo,
pues entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta siempre hay
una opción posible: el diálogo. El diálogo entre las generaciones, el
diálogo con el pueblo”. De ese modo se evita el peligro de que la
democracia “se quede encerrada en la pura lógica de la representación de los intereses establecidos”. Y se refuerza la convivencia.
En esa línea, el Papa subrayó que “la convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad el Estado que,
sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora
la presencia del factor religioso en la sociedad, favoreciendo sus
expresiones concretas”.
9. Encuentro con los obispos de Brasil
El Papa certificó ante los con los 453 obispos del Brasil
que la Iglesia brasileña «ha recibido y aplicado con originalidad el
Concilio Vaticano II» y, «aunque ha debido superar algunas enfermedades
infantiles», es ahora «una Iglesia más madura, generosa y misionera». Pero se ha mostrado a veces demasiado lejana y «demasiado autorreferencial, prisionera de su propio lenguaje rígido».
El Papa les dijo que lamentarse es estéril. En cambio, «hoy
hace falta una Iglesia capaz de acompañar en el camino, de ir más allá
del mero escuchar: una Iglesia que se dé cuenta de que las razones por las que algunos se alejan contienen los motivos para un posible retorno, pero es necesario saber leerlo con valentía».
En esa línea, «hay que tener el valor de una revisión
profunda de las estructuras de formación y preparación del clero y del
laicado en Brasil». Y no olvidar que «las mujeres tienen un papel fundamental en la transmisión de la fe. No reduzcamos el compromiso de las mujeres en la Iglesia, sino que promovamos su participación activa en la comunidad eclesial». (Lea aquí el discurso completo).
10. Vigilia en Copacabana
En Brasil no podían faltar las imágenes futbolísticas, y el
Papa las escogió bien: «Jesús nos pide que le sigamos toda la vida, nos
pide que seamos sus discípulos, que ‘juguemos en su equipo’. Y un jugador debe entrenarse», aseguró a un millón y medio de jóvenes en el paseo marítimo de Copacabana.
Hay mucho en juego, pues «Jesús ¡nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo! Nos ofrece una vida fecunda y feliz, y también un futuro con él que no tendrá fin».
Al margen del discurso escrito, el Papa les dijo con gran
energía: «Chicos y chicas, ¡No se metan en la cola de la historia! ¡Sean
protagonistas!». Lo decía en español y lo remachaba con modismos
argentinos como el de mirar por el balcón mientras otros pasan: «No dejen que otros sean protagonistas del cambio. ¡No balconeen la vida! ¡Métanse en ella con Cristo Jesús!».
11. Misa de clausura
En la homiilía de la misa de despedida fue
“mil por cien” misionera, pues, según les dijo el Papa, “la experiencia
de este encuentro no puede quedar encerrada en su vida o en el pequeño
grupo de la parroquia, el movimiento o de su comunidad”. Tienen que
abrirse, pues “la fe es una llama que se hace más viva cuanto más se comparte”.
En su estilo de catequista, el Papa lanzaba preguntas y
respuestas: “¿A dónde nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites.
Nos envía a todos. El Evangelio no es para algunos, sino para todos”.
Y en este punto quiso insistir: “No es sólo para los que nos parecen
más cercanos, más receptivos, mas acogedores. Es para todos. No tengan
miedo a llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta a las periferias existenciales,
también a quién parece más lejano, más indiferente. El Señor busca a
todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia, de su
amor”. (Lea aquí la homilía completa).
12. Mensaje al comité de coordinación del CELAM
El discurso del Papa al comité coordinador del Consejo Episcopal Latino Americano (CELAM) fue como una descarga eléctrica. El Papa Francisco piensa que no estamos “en una época de cambios, sino en un cambio de época”. Y proponer renovar la Iglesia mediante la “revolución de la ternura”,
y el refuerzo misionero entendido como servicio, que haga desplomar
por sí solas las “estructuras caducas” que han dejado de ser útiles para
la evangelización.
La misión empieza por los pastores, y el Papa propone a los obispos un examen de conciencia. Les exhorta a ser “pastores cercanos a la gente, padres y hermanos con mucha mansedumbre, pacientes y misericordiosos. Hombres que amen la pobreza, sea la pobreza interior como libertad, sea la pobreza exterior como simplicidad y austeridad de vida”.
Los obispos deben ser “hombres que no tengan ‘psicología de príncipes’
Hombres que no sean ambiciosos y que sean esposos de una iglesia, sin
estar a la expectativa de otra”. El Papa les dice que deben ir, como los
pastores, delante, en medio y detrás de su pueblo. (Lea aquí el mensaje completo).
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