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Fuente: Revista Summa
Martes, 19 de Noviembre de 2013 16:56
El Salvador se ubica en los países calificados de
“desarrollo humano medio”. Todavía necesita hacer más esfuerzos para
eliminar las brechas en acceso a la educación, en las condiciones del
hogar en que se crece, en la calidad y acceso al empleo.
“El Salvador sigue siendo una sociedad injusta, que no pone a todos sus hijos e hijas en la misma línea de salida en la carrera por alcanzar el bienestar”, afirma el Informe sobre Desarrollo Humano 2013. Imaginar un nuevo país. Hacerlo posible, publicado este 19 de noviembre en San Salvador.
El Informe del PNUD advierte que pese a importantes avances experimentados la mayoría de la población salvadoreña sigue enfrentando severas limitaciones para alcanzar sus metas de vida. Si bien la matrícula en primaria alcanza casi el 100% de los niños y niñas en edad escolar, los años de escolaridad promedio de la población apenas alcanzan los 6.7 años de estudio, que no suplen las exigencias del mercado laboral. Asimismo, menos del 2% de infantes entre 0 y 3 años tienen acceso a centros de educación inicial, y la cobertura neta de educación parvularia deja por fuera al 46% de los niños entre 4 y 6 años de edad. El Informe subraya que “invertir en esa etapa inicial, el primer ciclo de vida, es crucial para el desarrollo futuro de los niños y niñas, y del país mismo”.
De acuerdo con el diagnóstico contenido en el Informe, muchas de las inversiones de política social “se han realizado tarde” poniendo énfasis en la adultez, un periodo en el cual la mayoría de políticas suelen “ser remediales y han dejado rezagadas etapas críticas como la niñez y la adolescencia”.
El Informe sobre Desarrollo Humano 2013 sostiene que “las condiciones del hogar constituyen un factor crucial que eleva o disminuye las probabilidades de tener una trayectoria futura promisoria”. La calidad de la vivienda, si bien no es el único factor, tiene un papel crucial en crear ese hábitat favorable para que las personas desarrollen sus potencialidades y creatividad. En El Salvador el 61% de los hogares vive en viviendas con al menos una carencia de servicios (no conexión a agua potable, falta de acceso a servicios sanitarios, entre otros), de materialidad (techo de mala calidad, piso de tierra) o hacinamiento.
A estas limitaciones se agrega que en el país solo 1 de cada 5 trabajadores tiene un trabajo decente, esto es, un trabajo por el que reciba al menos el salario mínimo, que tenga un contrato y cotice a la seguridad social. La situación es particularmente crítica para los jóvenes: 21 de cada 100 no estudian ni trabaja, una proporción que no ha experimentado cambios en los últimos 20 años.
“El trabajo se vincula con la posibilidad de las personas de concretar el bienestar en su dimensión material y espiritual, es decir, de elegir con libertad, actuar en la vida y realizar su potencial”, dice el Informe. En El Salvador, agrega el documento, “la generación de oportunidades de trabajo decente no ha sido de forma consistente prioridad de la política pública, y las personas tampoco han sido sujetos centrales en la formulación de estas políticas”.
Como en diagnósticos anteriores, este Informe insiste en que hasta ahora El Salvador no ha sido capaz de brindarle protección y bienestar a la mayoría de su población. La cuna, el sexo, el lugar donde se vive y la persistencia de prácticas culturales discriminadoras suelen bloquear el acceso de las personas a mejores oportunidades. El clima de inseguridad viene a agregar sentimientos de frustración a las aspiraciones y proyectos de la gente, señala el Informe.
La sociedad salvadoreña no tiene la capacidad de retener a su principal riqueza, la gente, por la vía del bienestar. Muestra de ello es que durante las últimas tres décadas el 1% de la población (alrededor de 60.000 personas) ha estado emigrando anualmente en busca de un mejor futuro indistintamente del grupo social al que pertenecen.
El Informe resalta que el país ha cosechado amplias deudas con algunos segmentos poblacionales que cargan con graves rezagos en desarrollo humano. “Para subsanar estas brechas un nuevo modelo de desarrollo deberá centrar sus apuestas en la potenciación y construcción de las capacidades de las personas, asumiendo el reto de enfrentar las brechas que provienen de la cuna en que nacen”, concluye.
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