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lunes, 25 de noviembre de 2013

Villalta sería un grave riesgo para la estabilidad de Costa Rica

La pasión de José María Villalta

JUAN CARLOS HIDALGO / 25 NOV 2013 

La pregunta fue directa: "¿El presidente Villalta va a nacionalizar empresas?" José María Villalta, quien apenas hace una semana en una entrevista en La República se había preciado de "hablar sin pelos en la lengua, decir las cosas como son, sin cálculo político", empezó a contorsionarse en su asiento buscando una salida: "No creo que en primera instancia sea posible", dijo. "¿Entonces expropiarías?", insistió el periodista. "Ooooooo ooo buscaríamos renegociación de los contratos", replicó Villalta, tratando de pensar en eufemismos que lo sacaran del apuro. Así empezaría la segunda parte de una entrevista de Alberto Padilla con el candidato del Frente Amplio que puso a medio país a comentar la semana pasada.
El intercambio confirmó cuatro cosas sobre José María Villalta y su movimiento. Primero, su candidatura efectivamente propone replicar políticas que han probado ser desastrosas en Venezuela y Argentina, como son las nacionalizaciones, las expropiaciones y los controles de precios. Durante muchos meses Villalta nos ha dicho que su modelo político no es el de Hugo Chávez sino el de Pepe Mujica, el campechano presidente uruguayo cuyo partido también se llama Frente Amplio. Sin embargo, luego de esta entrevista, queda claro que el norte programático de Villalta se encuentra en Caracas y no en Montevideo. Ni Mujica ni su antecesor frenteamplista Tabaré Vázquez han nacionalizado industrias, expropiado empresas o implementado controles de precios como sí lo anuncia José María Villalta. Más bien han resultado ser presidentes de izquierda sumamente pragmáticos bajo cuyos mandatos Uruguay incluso ha venido aumentando su calificación de libertad económica en los últimos 8 años. Con esta entrevista se confirma que la izquierda a la que pertenece Villalta y su Frente Amplio no es la vegetariana de Mujica y Vázquez, sino la carnívora de Maduro, Kirchner y Correa.
Lo segundo que queda claro de la entrevista es que Villalta habla con pelos en la lengua. Cuando Villalta dice que no cree que nacionalizar sea posible en primera instancia, ¿significa que si fuera posible no dudaría en hacerlo? En esa pregunta inicial vimos a un Villalta sudando la gota gorda, casi convulsionando en su asiento, tratando de no decir abiertamente que sí cree en nacionalizaciones y expropiaciones: "recuperaríamos", "pondríamos de nuevo al servicio de la colectividad", "buscaríamos renegociaciones" y, en un intento final por aplacar cualquier preocupación, nos asegura que "la constitución tiene mecanismos para hacer eso". ¡Qué salvada!
¿Será mucho pedir que José María Villalta nos diga sin tapujos cuáles empresas o cuáles industrias buscaría nacionalizar? En la entrevista con Padilla mencionó como posibles víctimas a la electricidad, las telecomunicaciones, los seguros y la banca, pero no queda claro si a lo que aspira es expropiar las empresas privadas que se encuentran en dichos sectores o a revertir la apertura de los mismos. Porque en otra entrevista Villalta incluso se deja inferir que nacionalizaría a las empresas de cemento. ¿Por qué no decirlo abiertamente? ¿Por qué andarse con rodeos con expresiones como "recuperar", "poner al servicio de la colectividad", "socializar", etc.?
El tercer punto que confirma la entrevista es algo sobre lo cual ya escribí antes: la ligereza intelectual de Villalta. El candidato frenteamplista vaciló terriblemente cuando se le plantearon las preguntas más elementales sobre cómo financiaría el Estado elefantiásico que plantea y cómo sus propuestas de nacionalizaciones y controles de precios no causarían estragos como sí lo han hecho en otros países. Queda claro que Villalta está acostumbrado a eslogans y proclamas propias de plazas públicas o manifestaciones, no a discusiones profundas sobre política pública.
De tal forma dice que usaría dinero de los fondos de pensiones privados para financiar la construcción de carreteras, pero se opondría a que estos las administren posteriormente. ¿De dónde  saldrían entonces los rendimientos de las operadoras de pensiones? ¿O simplemente obligaría a los fondos a invertir en construcción de carreteras sin importar si las operaciones dejan pérdidas? No olvidemos de quién es la plata que se encuentra en esos fondos de pensiones: de los trabajadores que ahorran para tener algo para su retiro. Curiosamente, el plan de gobierno del Frente Amplio publicado la semana pasada no menciona nada sobre fondos de pensiones privados financiando construcción de carreteras. ¿Fue entonces una ocurrencia del momento de Villalta para salir del paso? ¿O será que Villalta le lleva ganas a los fondos de pensiones privados tal y como Cristina Fernández los nacionalizó en Argentina hace unos años?
La parte más tortuosa fue sin duda el vano intento de Villalta de explicar por qué lo que ha fracasado miserablemente en Venezuela y Argentina no tendría el mismo resultado en nuestro país: "Somos muy distintos", "Costa Rica es un país distinto", "Costa Rica se ha parecido a Costa Rica", "tenemos organizaciones sociales, movimientos sociales organizados", repetía Villalta mientras agitaba violentamente los brazos. De tal forma el candidato del Frente Amplio apeló al excepcionalismo costarricense para explicar por qué en nuestro país las reglas de la economía al parecer no aplican y por lo tanto el gasto público desbocado no produciría inflación, los controles de precios no generarían escasez y las nacionalizaciones y expropiaciones no provocarían fuga de capital y desinversión. Porque ciertamente Costa Rica no es Venezuela, así como Argentina también es distinto, el Chile de Allende era distinto y el Perú de Velasco Alvarado era distinto. Pero en todos esos casos las políticas que propone Villalta tuvieron el mismo desastroso resultado.
Las exageraciones fueron parte de su abanico retórico: según Villalta, en Costa Rica ha habido un proceso de "reformas neoliberales y privatización" tan profundo ("la larga noche neoliberal", la ha llamado en otras ocasiones, parafraseando a Rafel Correa) que básicamente "ha clausurado el Estado". En realidad en Costa Rica tenemos 276 instituciones públicas que junto con el gobierno central gastaron el año pasado un 37,2% del PIB. Si para Villalta en este momento no tenemos Estado, ¡tan sólo imaginémonos cómo sería en su nirvana socialista!
Las contradicciones de Villalta también estuvieron a flor de piel: a diferencia de Venezuela y Argentina "creemos que hay que mantener el control de la inflación", dijo. Pero hace un par de meses en un debate de la UNA dijo que quería un Banco Central que no estuviera obsesionado con controlar la inflación. ¿Entonces a cuál Villalta le creemos? Además, el deseo por mantener el control de la inflación no es suficiente para garantizar que eso ocurra: en Venezuela su presidente la acaba de "prohibir" y en Argentina la mandataria maquilla las estadísticas para que no aparezca tan grave como es. Sin embargo esos países caminan a pasos firmes a niveles inflacionarios no vistos en la región en 20 años.
Villalta también dijo que nos diferenciamos de esos países porque tenemos una economía que no depende de una industria extractiva. Precisamente eso hace de Costa Rica un país más vulnerable al populismo villaltista. Las economías de Venezuela y Argentina ya habrían colapsado hace rato si no fuera por el alto precio de las materias primas que contribuyó a mantener las finanzas estatales más o menos a flote. En Costa Rica no tenemos ese salvavidas, por lo cual el impacto negativo del intervencionismo que propone Villalta sería aún más expedito. Peor aún, en su infructuosa búsqueda de explicaciones, Villalta termina apelando a la "importante diversificación productiva" del país, la cual es nada menos que resultado de las "reformas neoliberales y procesos de privatización" de los últimos 30 años que él dice querer revertir. Villalta nuevamente demuestra una ligereza intelectual apabullante.
La cuarta cosa que nos confirmó esta entrevista es el fanatismo de amplios sectores de la feligresía villaltista. Su reacción ante la pasión de su candidato ha sido atacar visceralmente al periodista y al canal para el cual trabaja. Incluso leí algunas opiniones que señalaban que CB24 supuestamente le pertenece al líder opositor venezolano Henrique Capriles. De tal forma, Padilla y su canal son responsables por las cantinflescas respuestas que dio su candidato. El fanatismo de los seguidores de Villalta merece ser tomado con cuidado. La tendencia es clara: si Usted no está con Villalta, usted está a favor de la corrupción y clientelismo del PLN. Por lo tanto, usted es parte del problema. ¿Suena conocido? Basta con repasar la historia para encontrar múltiples episodios similares que nunca terminaron bien.
La candidatura de José María Villalta le ha hecho mucho bien al país. Nos ha puesto a debatir abiertamente el fracaso absoluto de las propuestas que él abandera. En buenahora que esta entrevista de 20 minutos le abra los ojos a muchos costarricenses sobre el derrotero que no debemos seguir.

Tomado de El Financiero, Costa Rica

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