San Francisco El Alto, motor económico en Totonicapán
En el mercado de San Francisco El Alto se generan unos Q10 millones cada semana. Es considerado uno de los más grandes de Centroamérica.
El sol despunta sus primeros rayos, mientras la fila de autobuses y automóviles inician el empinado ascenso que de la carretera Interamericana conduce hacia San Francisco El Alto, Totonicapán. La neblina cae densa sobre los poblados del Altiplano, pero el movimiento ya es intenso.
Son las 6 horas de un viernes de octubre —día de plaza— en San Francisco El Alto. Por todas partes, decenas de hombres movilizan grandes bultos sobre sus espaldas, otros despliegan en el piso improvisados mostradores con productos como telas típicas, pantalones, playeras y otras prendas de vestir. Todos buscan cuanto antes estar preparados para atender a sus posibles clientes, ya que en una o dos horas, tanto el espacio asignado a la plaza como las calles aledañas, estarán atiborradas de compradores y vendedores.
Los comerciantes de textiles, verduras y frutas se colocanen su espacio dentro del área asignada en la gran plaza. En el terreno destinado para el parqueo de vehículos secolocan los vendedores de animales domésticos, de granja y los puestos de venta de comida para satisfacer el apetito de los madrugadores locatarios. Por momentos, la circulación se hace difícil en los angostos espacios y hay que cuidarse de los comerciantes que pasan a toda prisa con mesas y enseres para apresurar la instalación de sus puestos.
Esta plaza llegó a ser la más grande del Altiplano, según registros históricos del historiador Félix McBryde hacia 1930. De acuerdo al historiador Horacio Cabezas es, sin duda, la más grande de América Central "puesto que en ningún país de la región existe esta tradición, propia deGuatemala heredada de la Colonia".
En este lugar, se puede comprar y vender de todo, desde pequeños accesorios para el cabello, prendas de vestir y televisores, hasta cabras, cerdos y bestias de carga. El viernes es el día principal, aunque hay otros días que también hay movimiento comercial.
Uno de los comercios fuertes de este poblado de 61 mil 656 habitantes es la fabricación y venta de ropa; copian los diseños de marcas de renombre. En la plaza se puede adquirir por mayor y menor playeras, pantalones y camisas. En cualquier puesto de la calle también se observan piezas deportivas con los últimos diseños. De acuerdo con las autoridades municipales, esta plaza es inundada los viernes por, aproximadamente, 150 mil personas que llegan desde distintos puntos del país, para vender o comprar todo tipo de enseres.
El alcalde municipal Diego González afirma que el movimiento económico que se genera cada semana en este lugar es de Q10 a Q12 millones. Representa un ingreso promedio para la Municipalidad de Q40 mil, recaudado entre el cobro de ingreso al municipio, derecho de piso de plaza y uso de los servicios sanitarios.
El espacio que ocupa es de aproximadamente cuatro kilómetros lineales de calles en los cuales se asientan unos 10 mil puestos de venta de diferentes tamaños, desde miércoles hasta viernes, según indican fuentes municipales.
"Anteriormente —la plaza— solo se llevaba a cabo los viernes,empezaba a las 4 horas", cuenta González, pero la demanda hizo que se extendiera a miércoles y jueves. Estos días se dedican a la exhibición de textiles locales y municipios aledaños. El viernes es para el mercado más tradicional. Ahora los lunes también se ocupa la plaza con puestos especializados en materia prima: telas, accesorios e hilos para la producción de prendas.
En las últimas décadas, las relaciones comerciales de algunos francisquenses se han expandido, pues importan insumos de países como China, India o Corea, y luego distribuyen sus productos en toda la región.
Comerciantes de pura cepa
Los orígenes de este mercado gigante se remontan al período colonial. Un fenómeno comercial que sigue vigente, pero que hoy se enfrenta a una serie de desafíos, debido a su crecimiento desordenado y escasez de servicios básicos.
El estudio Escala y territorios del comercio k'iché, una mirada desde San Francisco El Alto, 1930-1970 de la politóloga María Victoria García Vetorazzi, refiere que desde las últimas décadas del período colonial, los pueblos de Totonicapán y Quetzaltenango participaban activamente en la producción artesanal —lana, tejidos— agrícola y en el comercio regional.
Luego, entre las décadas de 1820-1870, los quichés de la zona continuaban inmersos en la fabricación de textiles y el comercio, actividad que se vio limitada durante los gobiernos liberales de fines del siglo XIX. Esta política incluyó el trabajo forzoso y los servicios obligatorios para el Estado.
A mitad de la década de 1930, en el período del presidente Jorge Ubico, García documenta que la mayoría de francisquenses se involucró de nuevo en el comercio. Sus habitantes evadieron las nuevas leyes de trabajo forzoso agrícola y el reclutamiento militar por largas temporadas.
En esos mismos años, el mercado de San Francisco El Alto era el principal centro de ventas al por mayor para los comerciantes indígenas, a pesar de la importancia política y comercial del vecino Quetzaltenango.
García cita también una anotación de la investigadora Carol Smith, quien refiere que en la década de 1980 Totonicapán se mantuvo ajeno alas organizaciones guerrilleras. El nivel de violencia registrado por la Comisión para el Esclarecimiento Histórico registró 0.55 por ciento, cifra muy distinta a la vivida en Quiché o Huehuetenango.
Referente
El fenómeno de esta gran actividad comercial se debe a factores históricos, unido a una población quiché con vocación comercial. El estudio Diagnóstico de San Francisco El Alto de la facultad de arquitectura y trabajo social de la Universidad de San Carlos, indica que la sastrería es la principal actividad económica, generadora de ingresos y empleo para el núcleo familiar. "Tanto en el área urbana y rural el 95 por ciento de la población se dedica a esta actividad", cita la investigación del 2007.
Pero el Plan de desarrollo de San Francisco El Alto de la Secretaría General de Planificación Económica (Segeplán) 2012 indica que el 50 por ciento de la población se dedica al comercio;el 33 por ciento, al sector industrial, y el 17 por ciento, a prestar servicios relacionados con el turismo.
Su ubicación geográfica es estratégica, afirma Santos Norato, economista e integrante del grupo gestor de Totonicapán. Cuenta que desde tiempos remotos este municipio fue paso obligado de comerciantes y productores de localidades como Momostenango, Santa María Chiquimula y Santa Lucía La Reforma. También de San Antonio Ilotenango y San Miguel Uspantán, Quiché. Con el tiempo, solo es paso obligado para los tres municipios de Totonicapán, aunque su cercanía con la carretera Interamericana ha acercado a pobladores de Huehuetenango, Quetzaltenango, San Marcos y Retalhuleu.
Tiempo de desafíos
Las cifras millonarias que genera este mercado cada semana son cálculos, debido a la informalidad del comercio. Un indicador del flujo de dinero son las seis agencias bancarias que operan en el municipio, tres cooperativas y varios prestamistas.
A pesar de esto, algunos vendedores, como Luis Pacheco, se quejan de que las ganancias no son como en otros tiempos. Pacheco llega de Totonicapán a vender trajes típicos, un negocio que heredó de su padre. "La competencia está afectando, pues los mismos fabricantes salen a ofrecer su producto a las calles, al mismo precio, entonces no podemos ganarle a la prenda", comenta.
Antonio de León, quien vende textiles en el mercado desdehace 30 años, llega de Salcajá. Asegura que la ganancia es eventual. "A veces se venden cuatro o cinco cortes, otros días solo un retazo". Indica que los precios de los cortes varían de Q250 a Q500, según la calidad del material.
Los pantalones de lona se venden a Q125 cada uno, pero por docena se ofrecen a Q780. Los compradores son, en su mayoría, pobladores de aldeas, municipios y departamentos vecinos.
La expansión del mercado también ha conllevado fortalezas. Gervasio García, presidente del grupo gestor de San Francisco El Alto, explica que parte de su misión en este grupo es crear puentes entre el capital y las fuentes de trabajo. "Los comerciantes llevan desarrollo a sus comunidades", dice.
Pero también implica amenazas, como la inseguridad. "Aparentemente se ve tranquilo, pero ya hay extorsiones y robos", afirma García. Otra amenaza es la competencia de los productos chinos, con preciosbajos difíciles de superar.
El empresario Rubén Hernández señala que esta gran actividad comercial no se ha visto reflejada en un mejor ordenamiento de las ventas ni de los servicios básicos que se ofrecen alcomprador. "Es muy desordenado. El pueblo es pequeño y las calles son contadas, las cuales a veces se cierran por cualquier evento, y la gente que viene en carro a comprar, si no se le dan las facilidades, se cansa y se va a otro lugar".
A esto se une la poca presencia de las instituciones del Estado y los servicios que prestan. De acuerdo con estudios de Segeplán, "a pesar de la tecnificación de los procesos de confección, no alcanza para generar ingresos suficientes para satisfacer las necesidades básicas de la población, lo que genera pobreza y pobreza extrema".
"Cada quien sobresale de acuerdo con su capacidad. Pero no hay apoyo del Gobierno para que nuestro producto se posicione mejor fuera de las fronteras", sostiene García.
González reconoce que hay debilidades, como la falta de promoción a escala nacional, además de deficiencias en la recaudación municipal. "Parte de estos ingresos se nos van, por la falta de controles. La idea es sectorizar y codificar, para que a través de un banco los vendedores paguen en forma mensual", explica. González tiene el sueño de convertir este mercado en una plaza ordenada. "Similar a El Amate", con un área para comercios, parqueos, restaurantes y finanzas.
Ir a San Francisco un viernes de mercado es una tradición. Según Santos Norato, aún es común escuchar la expresión en quiché: Kat be sampras —vas a San Francisco, al igual que muchos años atrás.
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