Mientras Costa Rica y Honduras celebran la clasificación a Brasil 2014, Guatemala recuerda una página negra en la historia reciente
Era una noche que debía terminar en fiesta, pero que finalizó en pesadilla con la trá gica muerte de 83 personas en la localidad de General Sur.
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Cientos de personas resultaron heridas por la avalancha humana en el estadio Mateo Flores en 1996. (Foto Prensa Libre: Archivo)
Desde las 14 horas las puertas del estadio Mateo Flores se
abrieron para que la afición se instalara en el recinto, que
albergaría una vez más uno de los partidos de la eliminatoria
mundialista, un clásico centroamericano entre Guatemala y Costa Rica.
Dos horas más tarde nadie cabía.
Los siguientes minutos se convirtieron en horas. La no che se tornó negra, una de esas historias que uno desea ría bloquear de la mente, pero que es inevitable no recordar, principalmente cuando se acerca el fatídico 16 de oc tubre.
Inesperado
Era miércoles, y los mejores ingredientes deportivos para conseguir un buen re sultado ante Costa Rica en la eliminatoria rumbo al Mundial de Francia 1998 se pre sentaban, aunque al final todo el panorama cambió.
Era el primer partido de la fase de grupos y contra los ticos. Sería en condición de local y en el estadio más gran de de Guatemala. Más de 45 mil personas esperaban que empezara el partido, aunque la cantidad de aficionados re comendados era de 42 mil.
“Hoy pienso que es un momento que nunca creímos que sucedería. Fue algo inesperado. Estábamos incrédulos de lo que pasaba en los graderíos”, recuerda Juan Manuel Funes, quien era capitán de la selección en ese mo mento.
Mientras lo inexplicable sucedía en la localidad General Sur, ambas selecciones se alistaban en los camerinos para hacer rodar el balón, como estaba previsto, a las 20 horas.
“Nos ordenaron que se parara el calentamiento porque el partido sufriría un retraso en el inicio, pues había gente que estaba tirada en la pista del estadio por lo que sucedía en las gradas”, cuenta Funes.
Nadie sabía exactamente qué sucedía. Desde los ca merinos parecía que pronto comenzaría el partido y nadie imaginaba que hubiera ocurrido una tragedia.
“Salimos luego de que pasó un tiempo. Vimos que había aficionados en la pista. No sabíamos qué hacer o qué de cir en ese momento, y es aún algo que uno no piensa que iba suceder, principalmente porque no eran uno o dos, sino una cantidad exagerada de muertos”, lamenta Funes.
Los siguientes minutos se convirtieron en horas. La no che se tornó negra, una de esas historias que uno desea ría bloquear de la mente, pero que es inevitable no recordar, principalmente cuando se acerca el fatídico 16 de oc tubre.
Inesperado
Era miércoles, y los mejores ingredientes deportivos para conseguir un buen re sultado ante Costa Rica en la eliminatoria rumbo al Mundial de Francia 1998 se pre sentaban, aunque al final todo el panorama cambió.
Era el primer partido de la fase de grupos y contra los ticos. Sería en condición de local y en el estadio más gran de de Guatemala. Más de 45 mil personas esperaban que empezara el partido, aunque la cantidad de aficionados re comendados era de 42 mil.
“Hoy pienso que es un momento que nunca creímos que sucedería. Fue algo inesperado. Estábamos incrédulos de lo que pasaba en los graderíos”, recuerda Juan Manuel Funes, quien era capitán de la selección en ese mo mento.
Mientras lo inexplicable sucedía en la localidad General Sur, ambas selecciones se alistaban en los camerinos para hacer rodar el balón, como estaba previsto, a las 20 horas.
“Nos ordenaron que se parara el calentamiento porque el partido sufriría un retraso en el inicio, pues había gente que estaba tirada en la pista del estadio por lo que sucedía en las gradas”, cuenta Funes.
Nadie sabía exactamente qué sucedía. Desde los ca merinos parecía que pronto comenzaría el partido y nadie imaginaba que hubiera ocurrido una tragedia.
“Salimos luego de que pasó un tiempo. Vimos que había aficionados en la pista. No sabíamos qué hacer o qué de cir en ese momento, y es aún algo que uno no piensa que iba suceder, principalmente porque no eran uno o dos, sino una cantidad exagerada de muertos”, lamenta Funes.
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