Cambiar los faroles de vapor de sodio por una
iluminación con tecnología LED en el alumbrado público significaría un
ahorro energético de hasta más del 60% y volvería las calles más seguras
para conductores y peatones.
De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, las ciudades ocupan el 3% de la superficie de la tierra, producen el 50% de los residuos globales y consumen el 75% de nuestros recursos naturales.
Por ello, los programas de desarrollo y regeneración urbana se centran cada vez más en la sostenibilidad y en la posibilidad de convertir a las ciudades en espacios más amigables.
En la reconquista de las urbes, la iluminación juega un papel fundamental, ya que la luz brinda la oportunidad de crear espacios atractivos, acogedores y seguros, que se traducen en mejor calidad de vida para quienes los habitan.
Calles más seguras
Una buena iluminación no disminuye el número de delincuentes, pero sí reduce los actos delictivos. “Una ciudad mal iluminada genera más puntos donde un delincuente puede ocultarse; además, carreteras bien iluminadas serán menos propensas a tener accidentes de tránsito por deslumbramiento o zonas oscuras”, explica Gustavo Jiménez, Coordinador de proyectos de Havells-Sylvania.Diversas encuestas demuestran que alrededor del 80% de la población vincula la sensación de temor a la imposibilidad de ver correctamente de noche y reconocer las facciones de las personas.
Según el experto de Havells-Sylvania, en esta relación lo que importa es resolver el plano perpendicular, el que permite a un peatón distinguir las facciones de la cara de otro peatón. Para lograrlo se deben buscar fuentes de luz que generen colores blancos hacia los 6.000K (grados Kelvin) de temperatura, lo que se puede conseguir con luminarias LED, que además contribuyen a bajar el consumo y el costo del alumbrado público.
La luz blanca también vuelve las calles más seguras para conductores y peatones. Una mayor visibilidad hace que los conductores detecten el movimiento con más rapidez y a mayor distancia, lo cual les otorga más tiempo para detenerse si una persona se interpone en su camino. Asimismo, los peatones verán mejor el tráfico que se aproxima y podrán reaccionar en consecuencia.
Los sistemas LED también aportan al objetivo de la sostenibilidad y reducción de costes energéticos, poseen un bajo nivel de mantenimiento, son ecológicos porque no producen calor, ni tienen mercurio u otros materiales tóxicos contaminantes o radiactivos; por ello ofrecen una solución de iluminación funcional, rentable y sustentable que respeta las normas y reglamentos de seguridad.
“Los dispositivos LED son de muy bajo consumo energético, pueden generar ahorros de hasta más de un 60% en el alumbrado público, y los sistemas de regulación de luz reducen aún más su consumo consiguiendo ahorrar hasta un 80%”, comentó Marialaura Murillo, experta en iluminación de Havells-Sylvania.
Mediante el uso de sistemas de regulación, se puede disminuir el derroche de luz en altas horas de la noche, cuando el tráfico es menos intenso y, por lo tanto, no hace falta una iluminación total.
Por otro lado, de acuerdo con Murillo, “la luz blanca destaca lo mejor de los edificios, las calles y los detalles del paisaje urbano nocturno. También es perfecta para el alumbrado funcional de calles y zonas comunes”.
El ambiente natural de la luz blanca es el preferido por muchos en lugar del brillo amarillento del sodio tradicional, convirtiéndola en la opción indiscutida para hacer de la ciudad un lugar más apto para vivir y disfrutar.
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